Impresionante . Así calificamos nuestra visita de hoy al restaurante Caray. Madrid sigue despuntando en oferta gastronómica, y nos hace colocarnos en el punto de mira de medio mundo que desea venir aquí a disfrutar de sitios como éste. Poco tenemos que envidiar a los locales de Nueva York o Londres que todos vamos a conocer de vez en cuando con espacios como el que hoy hemos visitado en pleno Barrio de Salamanca.
Su espectacular decoración tiene nombre propio: Lorenzo Castillo . Este madrileño, anticuario de profesión, está revolucionando con su creatividad muchos de los espacios y casas particulares no sólo de Madrid, sino de sitios tan remotos como Nueva York , Florencia, Shangai o Hong Kong. Y ese carácter cosmopolita se aprecia en cada uno de los detalles decorativos que tiene Caray en su espacio de Madrid.
Situado en pleno Barrio de Salamanca, muy cerca de la Plaza de Colón y del exitoso mercado gastronómico Platea, Caray ocupa un espacio señorial de techos altos con molduras y una iluminación espectacular con luces altas y apliques creativos sobre sus paredes. La mantelería es obra también de Lorenzo en su especial creación de telas para Gastón y Daniela. Una puesta en escena brillante que asombra en su concepto y brilla con luz propia. El servicio es atento y educado, además de servicial y muy preocupado porque la estancia de sus clientes sea lo más agradable posible. Estamos seguros, que como en muchos otros sitios de Madrid, hacen «casting» de camareros y camareras, donde no sólo buscan simpatía, sino también una impecable presencia, muy en línea con el tipo de público que van a recibir.
El restaurante tiene ya antecedentes gastronómicos: con más de 30 años en la cocina, su propietario, Miguel Angel Román, ha cosechado grandes éxitos con su ya establecido local La Montería y abre este nuevo espacio donde aplicar su experiencia gastronómica de tantos años con una carta convencional y tradicional pero llena de toques creativos.
En nuestra visita probamos las fabulosas croquetas de ortiguillas ( para quien le guste el sabor a mar intenso), las lascas de mango, foie y crujiente (explosión de sabor en boca), los boletus con huevos trufados (en nuestra visita pudimos ver un carro con trufas frescas dispuestas a ser ofrecidas al peso) , un rissoto de setas con trufa, y una perdiz al curry con arroz basmati y chutney de mango, muy conseguida y sabrosa, con lo difícil que es que la perdiz no quede demasiado seca. Como colofón y para el centro, elegimos uno de sus numerosos postres caseros del que no quedó nada : Cremoso de queso con arándanos. Y por supuesto disponen de una amplia carta de vinos con curiosas referencias difíciles de encontrar en Madrid y a muy buenos precios.
En resumen, un buen local con ambiente espectacular del que estamos seguros Madrid va a estar muchos años orgulloso. ¡Reservad pronto vuestra mesa y disfrutad de su increíble ambiente cosmopolita y de su estupenda gastronomía!
