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El Plano de Madrid de Texeira de 1656

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Cuando paseamos con vosotros por el Madrid de los Austrias solemos mostraros imágenes de un plano muy antiguo de la ciudad, en el que se ve cómo eran las calles entonces, con sus antiguos nombres, y muchos edificios que ya no están. Es el plano de Texeira, una referencia fundamental para conocer ese Madrid de los Habsburgo y del Siglo de Oro y hoy os queremos hablar de él.

El mejor sitio para ver el plano es el Museo de Historia de Madrid, donde tienen un excelente grabado original y una maqueta en madera que lo reproduce, además de guardar las planchas de cobre originales con las que se hizo el plano. Sin embargo, tenemos que avisaros que desde hoy el museo permanecerá cerrado temporalmente para el montaje definitivo de la exposición permanente. Mientras tanto podéis verlo también en la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico  y en la página del Ayuntamiento de Madrid dedicada a los planos de la ciudad .

Al autor del plano, Pedro Texeira, lo conocemos sobre todo por esta obra, sin duda para nosotros la más importante, pero su vida fue bastante azarosa y cuenta en su haber con otros trabajos cartográficos fundamentales para la época.

Nació en Lisboa durante el reinado de Felipe II, en una familia de cartógrafos de la que aprendió pronto el oficio. Pero también aprendió pronto el oficio de militar, embarcándose como corsario para apresar y saquear navíos enemigos. Cuando en 1619 se trasladó a Madrid con su hermano, la combinación de sus dos saberes, el cartográfico y el militar, hicieron de él el perfecto espía al servicio de la Corona española. Se dedicó a medir y evaluar puertos, fortificaciones, castillos y torres y se infiltró en las filas enemigas para diseñar líneas defensivas para su rey.

Al llegar al trono, Felipe IV puso en marcha la elaboración de un atlas de todos los pueblos de la Península Ibérica, en el que participó inicialmente Texeira como recién nombrado Cosmógrafo Real. Pero la muerte del cartógrafo que dirigía la empresa, Juan Bautista Lavanha, y el abandono del proyecto por otros miembros, acabó dejando sólo a Texeira en la elaboración del que hoy se conoce como “Atlas del Rey Planeta”, un ingente trabajo que le llevó doce años y que en su momento tuvo un gran valor militar.

Cuando la corona de Portugal volvió a manos portuguesas en la persona de Joao IV, Texeira decidió mantenerse leal al rey español y siguió prestando sus servicios como cartógrafo y espía a la Corona. Durante estos años realizó dieciséis mapas de España, Flandes e Italia que decoraban la famosa Torre Dorada del Real Alcázar, pero que se perdieron cuando se incendió en 1734.

Su último gran trabajo fue la Topographia de la Villa de Madrid descripta por don Pedro Texeira. Año 1656, que terminó en 1651 y que fue grabada en Amberes en 1656. Hoy se conoce comúnmente como el Plano de Texeira y destaca por el enorme detallismo en su ejecución, pues Texeira recogió incluso las fachadas de las casas y las cubiertas, además de edificios hoy desaparecidos y calles y plazas con sus antiguos nombres.

La ciudad que Texeira retrató era todavía la capital del Imperio más importante del mundo, aunque ya en franca decadencia. Hacía poco más de un siglo que Madrid se había convertido en la sede de la Corte por decisión de Felipe II y en ese tiempo había crecido enormemente, no hay más que compararla con el grabado en perspectiva de Anton van den Wyngaerde de 1563, en el que sólo sobresalían el Alcázar, la muralla y las torres de algunas iglesias en una ciudad de dimensiones francamente modestas.

El Madrid de Texeira era ya una ciudad monumentalizada para mostrar el esplendor de la corte de los Austrias españoles, dueños del Imperio donde no se ponía el sol, por el arquitecto real Juan Gómez de Mora, que murió el mismo año que comenzó a prepararse el plano. Era una ciudad dominada por torres rematadas en chapiteles que sobresalían por todas partes, en la Plaza Mayor, en el Alcázar, en la Casa de la Villa, en la Iglesia de la Almudena… y ya con dos grandes complejos palaciales, el Alcázar y el Real Sitio de El Retiro, por no hablar del descomunal palacio que se había construido el Duque de Lerma en las inmediaciones del Real Monasterio de los Jerónimos.

Era además una ciudad de conventos, pues contaba con cincuenta y cinco, como el recién construido de la Encarnación, fundación de Felipe III y Margarita de Austria para conmemorar la expulsión definitiva de los moriscos. La superficie de estos conventos, con edificios de grandes dimensiones, patios y huertos, ocupaba en total un tercio del espacio urbano y contrastaba con el cada vez más limitado para las construcciones privadas dentro de la cerca, que además se evitaba construir en altura para no tener que someterse a la Regalía de Aposento, es decir, a tener un inquilino de la Corte viviendo gratis en casa y de por vida. Así que el urbanismo se compactaba cada vez más y la presión sobre el suelo crecía por momentos y esto también queda reflejado en el plano de Texeira.

En él se puede ver el antiguo Alcázar Real con todos los jardines y edificios que formaban parte del complejo, como la Casa de las Matemáticas donde vivió el arquitecto Juan Gómez de Mora o la Casa del Tesoro, morada de Velázquez. También la Iglesia de San Salvador, que le daba su nombre original a la Plaza de la Villa y que Texeira representó con el reloj en la fachada que, según se cuenta, era la razón por la que el concejo de Madrid eligió esta iglesia para reunirse desde tiempos muy tempranos, lo que vinculó a la plaza con el gobierno de la Villa para los siglos venideros. Aparece también la Fuente de los Caños del Peral, que se encontraba en la actual Plaza de Isabel II y de la que, como os contamos en uno de nuestros posts, se puede ver una parte excelentemente conservada en el museo creado en la estación de metro de Ópera. También nos muestra cómo era el original complejo del Retiro, con el palacio creado para el esparcimiento de Felipe IV y los jardines en los que se celebraban todo tipo de festejos, con el Jardín Ochavado, el Estanque de las Campanillas o la Ría Grande, todos desaparecidos o transformados y de los que os hablaremos en nuestra próxima visita al Retiro. Y también podemos asomarnos, por ejemplo, a la última casa en la que vivió Cervantes, en la calle Francos (hoy Cervantes), que fue derribada en el siglo XIX porque su propietario quería hacerse una más moderna para vivir donde lo había hecho el “Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” (no tenía muy claro quién era la personas real y quién el personaje…).

El plano de Texeira nos transporta a otro Madrid, el Madrid que os contamos y por el que paseamos en nuestras visitas, un Madrid que ya no podemos ver pero que tratamos de transmitiros con nuestras historias y con los detalles de la ciudad que nos ha dejado Texeira. Gracias a su excepcional trabajo cartográfico, cuando miramos a los edificios modernos vemos el Mentidero de la Villa en la esquina de la Calle Mayor con Esparteros, el Corral del Príncipe en lugar del Teatro Español o la Iglesia de San Miguel de los Octoes donde ahora está el mercado gastronómico más famoso de la ciudad.

Así que si queréis viajar en el tiempo no dejéis de echarle un buen vistazo al Plano de Texeira y si queréis que os contemos cómo era la ciudad que retrató, ¡no dejéis de venir a nuestras rutas!


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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

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