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San Pantaleón y su sangre milagrosa del 27 de julio

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Se acerca una fecha señalada en el calendario del Madrid más insólito y sorprendente, el 27 de julio. Ese día numerosas personas se congregarán en el Real Monasterio de la Encarnación para presenciar un hecho aún hoy inexplicable, la licuefacción de la sangre de San Pantaleón.

La historia viene de lejos. Hay discrepancias sobre cómo llegó esta reliquia al monasterio, pero la versión más fiable es que la entregó como dote sor Aldonza de Zúñiga, la primera novicia, que era hija de Juan de Zúñiga, Conde de Miranda y Virrey de Nápoles, quien la habría adquirido en Italia. Por tanto, la sangre de San Pantaleón ha estado en el monasterio prácticamente desde su fundación a comienzos del siglo XVII por Felipe III y Margarita de Austria. Forma parte de un impresionante conjunto de unas 700 reliquias, aunque ésta es, sin duda, la más especial de todas.

Pero la sangre tenía ya varios siglos cuando recaló en Madrid pues San Pantaleón vivió entre finales del siglo III y comienzos del siglo IV d.C. Había nacido en Nicomedia (en la actual Turquía) y era médico de profesión, habiendo tratado incluso al emperador Galerio. Profesó la fe cristiana de su madre y ejerció curando de forma altruista a los más pobres hasta que comenzó la gran persecución de los cristianos por el emperador Diocleciano.

Entonces Pantaleón fue perseguido y apresado y se le conminó a que apostatara, pero él se negó y, según la tradición, realizó el milagro de curar a un paralítico para demostrar la verdad de su fe. Entonces fue condenado a muerte, el 27 de julio de 305. Los soldados intentaron matarlo hasta seis veces, de seis maneras diferentes: con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada; pero Pantaleón salió ileso, hasta que finalmente dejó que lo decapitaran. El olivo (o la higuera) seco al que estaba atado floreció al tocarlo su sangre y sus discípulos se apresuraron a recogerla. Así que esta sangre ya apuntaba maneras desde el principio.

Desde que se conserva registro escrito en el monasterio, las gotas de sangre que hay dentro de la ampolla donada por Sor Aldonza se licuan el día del aniversario del martirio de San Pantaleón. Para que quien quiera pueda asistir al fenómeno, la ampolla se lleva a la iglesia del monasterio y ya desde el 26 se puede ver cómo se va volviendo líquida, estado en el que está todo el día 27, mientras que el 28 comienza a solidificarse otra vez. Para que nadie pierda detalle del proceso (y para que los escépticos puedan comprobar que no hay trampa ni cartón) hace unos años que las monjas del monasterio -de clausura pero al tanto de las nuevas tecnologías- han instalado una webcam de la mejor calidad y un circuito cerrado de televisión en el que se puede ver la ampolla en todo momento con una imagen ampliada hasta diez veces.

Lo cierto es que este hecho no es único en el mundo. La sangre de San Genaro conservada en la catedral de Nápoles también se licua todos los años ¡y tres veces! En ambos casos se han realizado investigaciones científicas para determinar la causa del fenómeno y en ninguno de ellos se ha llegado a dar una explicación. En el caso de la sangre de San Pantaleón, las últimas investigaciones se realizaron en los años 30 del siglo pasado; desde entonces no se han repetido. El Vaticano se muestra cauto y no se ha pronunciado sobre el hecho de que pueda tratarse de un milagro, mientras que las monjas de clausura del monasterio consideran el fenómeno “un regalo de Dios”.

Aunque no siempre fue así. Al poco tiempo de llegar al monasterio y ante lo insólito del comportamiento de la sangre, la Inquisición decidió abrir un juicio para determinar si el fenómeno se debía a una acción divina o diabólica. Durante diez años, miembros reputados de la comunidad eclesiástica española, entre los cuales la propia priora del monasterio y el calificador de la Santa Inquisición, acudieron cada 27 de julio para ver lo que le ocurría a la sangre, hasta que acabado el proceso se tomó por “prodigio y maravilla”, tal y como consta en el archivo del monasterio.

Pero la peculiaridad de esta reliquia no se acaba aquí. Según el registro del monasterio, la sangre ha actuado de forma extraña en contadas ocasiones, aunque no hay unanimidad sobre si en dichos casos no se ha licuado o ha tardado más tiempo del normal en solidificarse. Esto ha ocurrido cada vez que las monjas agustinas recoletas han debido abandonar el Monasterio de la Encarnación y en dos momentos clave de la historia reciente: al inicio de la Primera Guerra Mundial y al inicio de la Guerra Civil. El comportamiento extraño de la sangre se relaciona, por tanto, con el presagio de acontecimientos terribles, así que esperemos que este año no nos dé sorpresas…

Cuando contamos esta historia en nuestras visitas del Madrid de los Austrias, despierta todo tipo de reacciones entre nuestros visitantes, desde el reconocimiento de un milagro en ello hasta el más puro escepticismo. Sea lo que sea lo que penséis vosotros, en unos días tendréis la oportunidad de ver con vuestros propios ojos qué le ocurre a la sangre de San Pantaleón, así que pasaos por allí ¡y no dejéis de contárnoslo después!


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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

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