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¿qué sitios de Madrid eran frecuentados por Lope de Vega?

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Este parece ser el año de las sorpresas con Lope de Vega. En enero se identificó una obra inédita suya en la Biblioteca Nacional, Mujeres y Criados. Mañana y en el marco del congreso que se celebra estos días en la Universidad Complutense, “Lope de Vega y la puesta en escena de la Comedia Nueva”, el profesor de literatura española Daniele Crivellari presentará otro manuscrito que se creía perdido, el de la comedia Barlaam y Josafat.

El texto escrito por Lope se consideraba desaparecido desde que se incendió la biblioteca privada de Holland House en la que se encontraba, como consecuencia de los bombardeos alemanes de 1940 sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Pero las investigaciones de Crivellari le han llevado a dar con la obra en la biblioteca de la Fundación Bodmer, en Ginebra, donde por lo visto hay todavía otros manuscritos del Fénix de los Ingenios aún por estudiar.

En la obra, escrita en 1611, se narra la historia de la conversión al cristianismo de Josafat, príncipe de la India, por obra del asceta Barlaam, su maestro y guía espiritual en el camino de perfección que lo lleva a la condición de santo. Era un relato muy popular en la época que hacía referencia a una versión cristianizada y muy transformada de la historia de Buda.

Con este manuscrito reencontrado son ya 44 los que se conservan de Lope de Vega y que permiten conocer cómo trabajaba elaborando sus comedias, en un momento además en el que ya había dado a conocer su Arte nuevo de hacer comedia, obra teórica sobre el teatro de capital importancia y que se alejaba de los presupuestos neoaristotélicos asumidos hasta entonces.

En la época en la que Lope escribió Barlaam y Josafat vivía ya en la casa de la Calle Francos (hoy Cervantes), en la que pasó los últimos veinticinco años de su vida y de la que os hablamos en otro de nuestros posts. Ésta fue la casa que más disfrutó y en la que su genio alcanzó sus mayores cotas, no sólo porque en ella escribió algunas de sus mejores obras, como El perro del hortelano o El castigo sin venganza, sino porque su volumen de producción durante aquellos años fue frenético, encerrado en la biblioteca escribiendo sin parar toda la noche a la luz de una vela y todo el día hasta que iban a buscarlo para comer. Fue una época de su vida a la que además la ordenación como sacerdote -en 1614 en la Iglesia de San José- le trajo un sosiego espiritual antes desconocido.

Lope de Vega fue en su tiempo el Monstruo de la Naturaleza, como lo llamaba Cervantes no sin envidia, incapaz como fue de equipararse a él en ingenio o en reconocimiento en vida. Resulta irónico que el escritor español más reconocido en todo el mundo, el autor de nuestra obra literaria universal, viviera eclipsado por el portento que fue Lope en su época, un poeta sin igual que fue capaz de vivir de su obra y cuyo nombre era sinónimo de la más alta calidad. “Esto es de Lope”, decían los madrileños de la época cuando querían reconocer las bondades de algo.

Sin duda, Lope de Vega es uno de los madrileños más ilustres de todos los tiempos y muchos lugares de la ciudad están relacionados con él, aunque hayan cambiado por completo desde entonces hasta ahora. El lugar donde nació, por ejemplo, en una casa junto a la antigua Puerta de Guadalajara que se situaba en la calle Mayor a la altura de la Plaza Mayor, ya no existe. Tampoco existe la Iglesia de San Miguel de los Octoes, donde lo bautizaron y que se quemó durante el incendio que se originó en 1790 en la Plaza Mayor.

Otro lugar que está relacionado con el Fénix de los Ingenios, así como con muchos otros de los más destacados personajes de la historia de Madrid, es el Colegio de San Isidro, junto a la Colegiata. Entonces era todavía el Colegio Imperial de los Jesuitas, la institución educativa más prestigiosa de la Villa y Corte y donde Lope estudió algunos años antes de pasar a la Universidad de Alcalá de Henares. Cuando ingresó en el Colegio Imperial ya había comenzado a escribir sus primeras comedias, según él mismo cuenta; no cabe duda de que sus capacidades estaban por encima de la media.

Y, por supuesto, un poeta como él no puede no haber estado relacionado con los corrales de comedias que desde su adolescencia comenzaron a aparecer en Madrid y que explican en buena medida la concentración de talentos literarios que se dio en la Villa desde la segunda mitad del siglo XVI. No parece que pudiera haber escenario más favorable para ellos que una ciudad que en aquella época estrenaba constantemente comedias que duraban apenas unos días hasta que la sustituía otra nueva.

El corral más antiguo fue el de la Pacheca, seguido del de la Cruz y el del Príncipe, todos ellos en el entorno de la Plaza de Santa Ana y de la Plaza del Ángel y en los que Lope de Vega estrenó muchas de sus obras. De ellos sólo subsiste el Corral del Príncipe, que engulló al de la Pacheca y se transformó luego en Teatro del Príncipe y después en Teatro Español. También el Corral de la Cruz se transformó en teatro, construido por Pedro Ribera; pero este referente del Barroco madrileño no gozó de predicamento en épocas posteriores y en el siglo XIX derribaron su teatro tras declararlo por ley Oprobio del Arte.

Cuando todavía era un corral, el de la Cruz fue el escenario del apresamiento de Lope de Vega por difamación de Elena Osorio y su familia, difamación fruto del despecho y el desengaño amoroso de ese su primer gran amor que a la sazón le valió ocho años de destierro de la Villa y Corte.

Y junto al corral y muy cerca de su casa estaba y está la Iglesia de San Sebastián, en cuyo cementerio fue enterrado en 1635. Recibió elogios de más de doscientos autores y su cortejo fúnebre, que pasó por delante del Convento de las Trinitarias para que su hija Marcela pudiera despedirse de él, fue tan largo que cuando los que encabezaban la comitiva llegaron a la iglesia el féretro de Lope de Vega aún no había salido de su casa. Todos querían darle el último adiós al que había sido el gran genio literario de su tiempo.

El Duque de Sessa debía encargarse de pagar las honras fúnebres y el mantenimiento de la tumba de Lope, pero no sabemos muy bien si por dejación de funciones o por una monda, lo cierto es que los huesos del Fénix de los Ingenios acabaron en una fosa común y se perdieron para siempre. Parece que ésta es una constante de la historia de Madrid y de sus personajes ilustres, pues ya os contamos que también Velázquez está perdido y que Cervantes está sólo localizado en parte.

Pero volviendo al manuscrito de Barlaam y Josafat, éste y otros como éste eran los que compraban las compañías que representaban las obras de Lope, que además no las pensaba para ser publicadas, sino representadas. Se sabe que en este caso fue la compañía de Fernán Sánchez Vargas la que representó la obra y algunos apuntes del documento van dirigidos precisamente a su puesta en escena, por lo que el manuscrito también nos da información sobre estos pormenores y sobre las relaciones que se establecían entre la compañía de comediantes y el poeta. De hecho, Fernán Sánchez era protegido de Lope de Vega y uno de los comediantes que prefería para estrenar sus obras; en este caso, además, parece que fue el único que la representó.

Así que, como os decimos, parece que éste es el año de Lope. Mujeres y Criados se representará próximamente por la Fundación Siglo de Oro, que la pondrá en escena en el Teatro Español y no podemos imaginar mejor lugar si tenemos en cuenta que es el teatro más antiguo de Madrid y que, como corral de comedias, fue el escenario donde se estrenaron muchas de las obras de los grandes de nuestro Siglo de Oro, entre ellas las del propio Lope, ¡no os la perdáis!


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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

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