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El Hotel Westin Palace: un lugar con mucha historia e historias

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Cuando dices en Madrid “el Palace” no hace falta explicarte más . Todo el mundo sabe que te refieres al lujoso Hotel Palace Madrid  que preside la plaza de Neptuno . Comparte protagonismo con el Ritz, otro hotel sobre el que tampoco hace falta dar explicaciones. El Palace cumplió hace un par de días 102 años. No es el hotel más antiguo de Madrid, pero desde luego tiene ya solera y, sobre todo, mucha historia entre sus paredes. Por eso hoy hemos decidido contárosla.

La construcción se inició en 1910 y fue el segundo hotel de gran lujo en construirse en Madrid, después del Ritz. Hasta entonces el hotel de más calidad de la ciudad era el Grand Hôtel París de la Puerta del Sol, que sin embargo no podía compararse con los grandes albergues de otras capitales europeas. La falta de este tipo de alojamientos exclusivos se había hecho notar especialmente unos años antes, en 1906, cuando los invitados a la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg no habían podido encontrar lugar a la altura de sus alcurnias y títulos donde hospedarse.

¿Cómo podía ser que una capital como Madrid no contara con grandes hoteles como los de París o Londres? El propio rey decidió poner solución a este problema y auspició la construcción, primero del Ritz, y luego del Palace. Ambos llevaron el sello del mismo arquitecto, George Marquet.

El Palace se construyó en el solar dejado por el derribo del Palacio de los Duques de Medinaceli, modesto testimonio de lo que había sido originalmente el Palacio del Duque de Lerma, más parecido a una ciudad que a una simple residencia. Con una inversión de 15 millones de pesetas, estuvo terminado en 18 meses y se convirtió en el hotel más grande de Europa.

A su inauguración acudió el propio rey y también el presidente del gobierno, José Canalejas, lo que da idea de que la construcción de este tipo de instalaciones de lujo era casi una cuestión de estado. Y las comodidades y novedades con las que contó desde un principio no fueron pocas para la época: ascensores, teléfonos con línea exterior, interfonos para comunicarse con recepción y, sobre todo, inodoro y calefacción en todas las habitaciones.

Lejos quedaban los tiempos de la Posada del Peine, en los que un hostal que ofrecía peines colgando de las paredes era la mayor exquisitez que se podía imaginar.

Desde su inauguración el Palace fue frecuentado por aristócratas, artistas, políticos o escritores. Para dar un ejemplo de sus conocidos y variados huéspedes basta citar a Pablo Picasso, Ernest Hemingway, Salvador Dalí, Ava Gardner o Manolete; porque el Palace no hacía distingos como los del Ritz, donde las personas procedentes del mundo de la farándula no eran bienvenidas, ni siquiera si llegaban del deslumbrante Hollywood (Grace Kelly, por ejemplo, sólo fue aceptada en el Ritz como princesa de Mónaco).

La firma de un convenio con la Fundación Nóbel lo convirtió además en hotel de referencia para sus galardonados en Madrid y por ello en sus habitaciones han descansado Marie Curie, Octavio Paz o Victor Fleming, entre otros. Otros huéspedes se sintieron tan a gusto que lo convirtieron en su casa, como fue caso de Ignacio Zuloaga o de Julio Camba, que vivió  en la habitación 383 desde 1949 hasta su muerte en 1962.

Al Palace se acudía no sólo para hospedarse, sino también para frecuentar sus salones y restaurantes. Como por ejemplo la mítica Brasserie, que servía cervezas alemanas de importación . O el salón de baile The Palace o la sala de jazz Rector’s Club. Asiduos a la Brasserie eran Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel en sus años de la Residencia de Estudiantes, ansiosos de empaparse del Madrid más exclusivo y vanguardista. Allí, en una de sus tarjetas guardada todavía en el Palace, escribieron Lorca y Dalí a un conocido pidiéndole 125 pesetas para pagarle a Buñuel un billete de vuelta a Zaragoza; Lorca acompañó incluso la petición con unos versos y sus característicos muñecos, quizá para ablandar con ellos a su acreedor.

Dalí volvería al Palace convertido ya en un artista de prestigio internacional y haciendo gala de su progresiva excentricidad, pues si en una ocasión se presentó vestido con un abrigo de piel de jaguar, en otra posterior lo hizo con un jaguar vivo.

Pero entre las visitas de Dalí como simple estudiante y como gran artista se produjo una lacerante guerra civil a la que el Palace tampoco fue ajeno. El gobierno republicano lo requisó y lo convirtió por breve tiempo en la sede de la embajada de Unión Soviética, para después destinarlo a hospital de sangre al trasladar allí el de Carabanchel debido al avance del frente nacional. Las condiciones precarias que impuso la contienda hicieron que la gran cúpula del hotel se transformara en quirófano improvisado para aprovechar la luz que entraba por ella.

Tras la guerra civil coincidieron en el hotel muchos aristócratas y multimillonarios españoles .  Se alojaban en él mientras sus palacetes eran rehabilitados, con otros tantos personajes influyentes que huían de las zonas de conflicto de una incipiente guerra mundial. El Palace se convirtió así en un hotel de retaguardia. Se beneficiaba por la posición formalmente neutral de España. Se celebraban reuniones políticas y financieras al más alto nivel y donde recalaban también espías de todo signo para obtener la máxima información posible de dichos conciliábulos. En esto seguían la estela dejada por Mata Hari que, aunque no queda registro escrito al respecto, se dice que se hospedó en el Palace durante su estancia en Madrid en el viaje que le trajo la desgracia, pues tras reunirse con el agregado militar alemán fue apresada por los franceses y ejecutada nada más cruzar los Pirineos.

La historia reciente del hotel es también trepidante.

En 1981 se convirtió en la improvisada base de operaciones de los periodistas para informar del golpe de estado que se estaba produciendo a escasos metros de allí la noche del 23 de febrero . Sus salones sirvieron para la celebración de reuniones entre altos mandos militares opuestos al régimen y los miembros del gobierno que quedaban fuera del Congreso.

Sólo un año después sería a uno de sus balcones al que se asomarían Felipe González y Alfonso Guerra para celebrar la primera victoria del Partido Socialista en unas elecciones generales tras la dictadura.

Ha sido un siglo intenso para este hotel. Ha sido testigo silencioso de importantes acontecimientos nacionales e internacionales . Así que nuestro consejo es: ¡echad un ojo al pasar, el Palace siempre promete!


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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

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