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El parque del Retiro – un pulmón para Madrid con mucha historia

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La primavera está a la vuelta de la esquina y por fin empezamos a tener buen tiempo después de este duro invierno. Para celebrarlo vamos a dedicar una serie de posts a contaros la historia, anécdotas y planes que ofrecen los mejores jardines y parques de Madrid. Y como no podía ser de otra manera, empezaremos por El parque del Retiro, el espacio verde preferido por los urbanitas madrileños, porque allí nos sentimos como en plena naturaleza sin necesidad de alejarnos de nuestro hábitat natural que es el asfalto.

El Retiro es, sin duda, un parque con mucha historia. Se creó entre 1630 y 1640 como parte del Palacio del Buen Retiro, un lugar impulsado por el Conde Duque de Olivares para el descanso y el recreo del monarca Felipe IV. En los jardines se organizaban bailes, corridas de toros, juegos de agua en el Gran Estanque y representaciones teatrales de obras de Lope de Vega o Calderón de la Barca, en las que no se reparaba en gastos para darles el mayor efectismo posible y en las que en alguna ocasión actuó la célebre amante del rey, María Calderón, más conocida como la Calderona o la Marizápalos. Los jardines contaban además con una pajarera con aves exóticas y con una leonera donde se exhibían animales salvajes, germen de la posterior Casa de Fieras.

Pero la relación de la realeza con esta zona de la ciudad venía ya de mucho antes, cuando los Reyes Católicos fundaron el Real Monasterio de los Jerónimos con unos aposentos anejos -algo típico en aquella época-, conocidos como el Cuarto Real, que Felipe II amplió y utilizó para su retiro espiritual, de ahí el nombre del palacio y de los jardines. El primer monarca que permitió la entrada de los madrileños al Retiro fue Carlos III, siempre que cumpliesen con unas mínimas normas de decoro y aseo. A él no le gustaba demasiado el Palacio del Buen Retiro, por lo cual se mudó al Palacio Real en cuanto estuvo terminado (fue el primer rey en vivir en él); sin embargo, realizó algunos cambios importantes en las jardines como parte de la remodelación del eje del Prado y en consonancia con las ideas ilustradas que marcaron su reinado: dedicó una parte a cultivos y a pastos y estableció una escuela de agricultura; construyó la Real Fábrica de Porcelana de Retiro, a imagen de la de Capodimonte que había fundado en Nápoles siendo rey de esos territorios, e impulsó la creación del Observatorio Astronómico, obra de Juan de Villanueva.

Si bien el Observatorio aún se conserva, la Real Fábrica quedó destruida, junto con buena parte de los jardines y del palacio, durante la Guerra de la Independencia, como resultado del acuartelamiento de tropas francesas en el recinto. Posteriormente, Fernando VII trató de recuperar el antiguo esplendor del Buen Retiro, si bien del palacio sólo quedaron el Casón y el Salón de Reinos. Los jardines se embellecieron con nuevos elementos, como la Montaña Artificial o la Casita del Pescador, así como la Casa de Fieras, que se mantuvo en el Retiro hasta que se trasladó a la Casa de Campo en la segunda mitad del siglo pasado.

Finalmente, tras la Revolución Gloriosa de 1868, los jardines pasaron a pertenecer al Ayuntamiento, pero para entonces habían perdido parte de su extensión original. Todavía después de este importante cambio, que convirtió al Retiro en un espacio público para los madrileños, se produjeron remodelaciones en él, como la creación del Paseo de Coches, del Palacio de Cristal o del Palacio de Velázquez.
A través de todos estos avatares el Retiro se ha ido configurando como lo conocemos en la actualidad. Las posibilidades para disfrutarlo son infinitas. Además de leer relajadamente y tomar el sol en el césped, se puede dar un típico paseo en barca por el estanque y dar de comer a sus carpas, pero ojo con sobrealimentarlas porque parece que una de ellas, conocida como Margarita, llegó a pesar ¡11,5 kilos! Y no es el único animal famoso del Retiro, pues también lo fue el elefante Nerón, un inquilino de la Casa de Fieras que un buen día fue elegido como contrincante del toro Sombrerito en una peculiar corrida en la que Nerón no salió muy bien parado por ser demasiado manso para su contrincante.

Estatua Angel Caido Parque Retiro de MadridSimplemente pasear es una excelente actividad que realizar en el Retiro para descubrir sus rincones más especiales -como la Rosaleda, el Parterre o los Jardines de Cecilio Rodríguez- y sus numerosas esculturas y fuentes, entre ellas la del Ángel Caído, una obra de Ricardo Bellver muy celebrada en su época y también muy controvertida por su temática, a lo que se suma que está colocada a una altitud de 666 metros sobre el nivel del mar. Y quizá mientras paseáis os encontréis con el duende del Retiro, que según la leyenda iba cambiando las flores para que Felipe V las viera siempre nuevas y diferentes en sus paseos por los jardines.

Si preferís hacer algo más original, la artista Dominique Gonzalez-Foerster ha convertido el Palacio de Cristal en el Splendide-Hôtel, una exposición en la que, tomando como punto de partida el contexto en el que se construyó el Palacio a finales del siglo XIX, evoca los hoteles de la época relatados y vividos por algunos de los grandes literatos de la época, cuya referencia está presente en los libros que penden sobre cómodas mecedoras en las que os podréis sentar a leerlos.

Patinar, correr, ver el teatro de marionetas o sentarse sencillamente a tomar algo son algunos de los otros pequeños placeres que nos regala uno de los más importantes pulmones verdes de la ciudad, ¡disfrutadlos!


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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

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