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El origen de la palabra Gilipollas

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Te habrá extrañado que escribamos sobre esto, pero aunque cueste creerlo, Madrid es una caja de sorpresas y el origen de tan – tristemente- repetido insulto está en nuestra ciudad favorita. Concretamente, en una historia que tiene que ver con un padre y sus dos hijas, allá por el Siglo XVII.

A la altura del Paseo Imperial de Madrid y la Ronda de Segovia, nos encontramos una pequeña calle que da origen a la palabra Gilipollas. Hablamos de la calle de Gil Imón, que hace referencia a Don Baltasar Gil Imón de la Mota, un viejo cargo público del Madrid de los Austrias: llegó a ser Contador Mayor de cuentas de Felipe IV y Consejero de Estado, además de pertenecer a la orden de los Caballeros de Santiago (como Velázquez y tantos otros). Este buen hombre se casó con Gregoria de la Vega, y tuvo tres hijas con nombres como muy de la época: Fabiana, Feliciana e Isabel. Parece ser que la familia era entonces de lo que se podía considerar como alta nobleza, a raíz de los documentos que han llegado a nuestros días.

Era entonces una época donde no había ni cines, ni pubs, ni discotecas, ni nada que se le pareciera un poco, más allá de los numerosos prostíbulos de la capital del Reino . Se decía, por ejemplo, que en la calle Huertas, había más putas que puertas. De cara a realizar las labores casamenteras en una familia noble, lo habitual era acudir a las numerosas fiestas que por entonces se celebraban en los fastuosos palacios de Madrid, donde acudía lo mejor de la Corte y se bailaba y reía siempre guardando las formas.

Pues bien , es aquí donde Gil Imón y sus tres hijas entran en escena. Al parecer las 3 niñas no eran muy agraciadas físicamente que digamos, por lo que la tarea para casarlas era bastante complicada, a pesar de que no se perdían ni una de las fiestas que se celebraban. Lo habitual en Madrid en la época era llamar a las jóvenes casamenteras de forma coloquial como «pollas» , acepción que sigue recogiendo la Real Academia de la Lengua en su diccionario. Hoy en día, de forma igualmente vulgar, las llamaríamos tías o tipas.

Cada fiesta era un cúmulo de cotilleos y comentarios , y la ausencia de cualquiera de los miembros habituales de la Corte era origen de numerosos rumores por lo que nadie faltaba . De hecho, gran parte del tiempo se dedicaban a preguntar uno a uno por los asistentes, como parte de los temas de conversación habituales. Nos imaginamos que la falta de luz eléctrica contribuía a no saber muy bien quién estaba en el convite. Don Baltasar era uno de los más demandados por lo que la pregunta habitual era «¿dónde está Gil?» y la respuesta más común sería «por ahí anda, con sus pollas». No es difícil averiguar por tanto que la palabra Gilipollas tiene su origen en este pobre Baltasar Gil, que hizo todo lo posible para casar a sus poco agraciadas hijas , y por lo que vemos y oímos, con poco éxito.

La historia no acaba aquí, como siempre, y puede ser que se trate tan sólo de una leyenda arrastrada con el paso de los siglos. Al parecer, a estas niñas casaderas les llamaban con un mote, como a todo madrileño que se preciara en la época : las gilimonas. Este mote singular fue utilizado por alguno – no se sabe quién fue el que tiró la primera piedra- para justificar la palabra gilipollas, ya que de forma escrita, el famoso insulto no apareció hasta bien entrado el siglo XX. Leyenda o realidad, nos siguen asombrando las curiosidades de Madrid que siguen llegando hasta nuestros días, y que nos encanta contaros. ¡compartidlo con vuestros amigos para que no quede en el olvido!

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DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO

DIEGO ANTONANZAS DE TOLEDO